



En octubre del año 2009 RO Galeria de Arte presentó la exposición Geometrías 1, compuesta por obras de trece grandes referentes de la abstracción geométrica de nuestro país. En Geometrías 2, la galería expone un repertorio de obras de siete artistas que trabajan este lenguaje en la actualidad. Las primeras manifestaciones locales de la abstracción vinieron de la mano de artistas como Pettoruti, Xul Solar, Curatella Manes y Del Prete, entre otros, dando paso al movimiento Concreto con la aparición de un grupo de jóvenes artistas que publican la revista Arturo en 1944, y que tras divergencias se dividen y forman las agrupaciones Madí y Asociación Arte Concreto – Invención y posteriormente el Perceptismo. Entre algunos de sus exponentes encontramos a los madistas Carmelo Arden Quin, Rhod Rothfuss y Gyula Kosice, el concreto Tomás Maldonado y el perceptista Raúl Lozza. Caracteriza a estos movimientos de vanguardia su necesidad de innovación, de ruptura con la tradición y de cambio social a través del arte, los constantes debates, la realización de exposiciones y la publicación de manifiestos y revistas. Consolidándose con el tiempo, la abstracción dio lugar al surgimiento de numerosos grupos con diversas características dentro de la no figuración. A pesar de desarrollarse una tradición en torno a este lenguaje, cada uno de los artistas que integran la exposición produce, desde sus propios intereses e investigaciones, desde sus propias técnicas, obras que suscitan nuevas miradas, nuevas hipótesis y nuevas capas de sentido al camino ya transitado por el arte abstracto nacional.
Trabajando el lenguaje de lo geométrico desde una mirada muy particular, lo resignifican y recontextualizan con sus búsquedas desde la contemporaneidad, aportándole su subjetividad. De este modo, las obras dialogan entre sí y con el legado histórico de la modernidad, generando diversos puntos de conexión y contrapuntos, recorridos y entramados que nos llevan de las incesantes búsquedas pictóricas de Roberto Scafidi y Marcelo Boullosa, a los prolíficos videos inspirados en las culturas precolombinas de Carlos Trilnick, pasando por las obras caladas llenas de movimiento de Irene Banchero, las impecables obras madí de marco recortado de Lorena Faccio, las delicadas tramas que dibujan el espacio de Pilar Ferreira y los bordados de quien aquí escribe. La exposición presenta así un pequeño panorama ecléctico de gran riqueza. Y nos revela que el arte abstracto todavía tiene mucho que dar.
Lucila AmatistaCuradoraBuenos Aires, mayo de 2010
El empleo del color al agua inmediatamente impone la evidencia palpable de que lo acuoso será, más que un medio, todo un carácter, un comportamiento temperamental del lenguaje. En el aleteo impalpable que sobrevuela cada uno de estos ensayos líricos, Claudia Ferrari va y viene de la levedad a la precisión; se propone, y logra, evadirse aun cuando parece anclarse en escenas, atmósferas o paisajes, y en todo habrá una cualidad pregnante y a la vez inmaterial. Su única certeza es el instante, ese punto fluctuante de deliberada volubilidad y modulación justa, donde el fenómeno mandatario es la constante transición entre un estado y otro del pigmento, en la mayor o menor densidad del tratamiento, en el contrapunto o conciliación entre la milagrosa inconsistencia sólida del papel de arroz y las propiedades de los recursos puestos.
El estatuto técnico y emocional de la autora transcurre entre la resonancia con tradiciones que ella hace explícitas, como la del sumi-e, así como busca con suficiente autonomía y sensitividad ciertas maneras del territorio impresionista, cerca también de las poéticas abstractas de artistas tan disímiles como Frankenthaler, Wyeth, o Zao Wou-Ki. No obstante, su predilección se concentra claramente en esa zona incierta y misteriosa donde toda familiaridad retrocede frente a la constatación de que la mancha, el gesto controlado, la caligrafía que se transfigura en arquitectura narrativa, y la confluencia de superposiciones, vibraciones, transparencias y capas fluidas de articulación tonal se despliegan como valores absolutos, saludablemente al margen de los acotados límites que instauran las influencias.Eduardo Stupia
El Bosque SagradoEn el lado este del Kii, cerca de los bosques de
Kumano se encuentra Ise Jingu, El Templo de Ise,
allí se celebra el Shikinen Sengu,
la ceremonia del renacimiento de los árboles del Bosque Sagrado...El universo estético de Claudia Ferrari se inscribe en este territorio de unión entre la imagen y lo espiritual. Iniciada en el arte japonés en la Tradición del Sumi-e, sus imágenes nos transportan a un viaje donde la naturaleza es el escenario mágico de la representación de un estado trascendente. La contemplación es el primer vínculo subjetivo, la mirada como conexión de un estado interno, donde el paisaje será la materia de proyección. En sus obras "Variaciones de la luz vista desde mi ventana" un paisaje aéreo levita sobre el agua de sus acuarelas. ¿Qué es la Luz en el Agua? La acuarela y el agua son el soporte de lo inmanente, generando la transparencia como inmaterialidad lumínica. La vista de un rio, un bosque son territorios de percepción donde la luz y la respiración, como una forma de meditación, nos nombran el paso del tiempo. Desde una marca ancestral japonesa y con una mirada contemporánea sus piezas se vuelven cada vez mas leves hasta el soporte ahora un papel transparente, permite que la luz tome forma corpórea en el bosque. La serie de las flores acrecienta la sensualidad de las imágenes, como geishas naturales son alegorías de placer. El bosque también puede ser nocturno, otoñal oscuro hasta el mas profundo invierno. Nieve, negro y oro. Estas visiones nevadas nos sumergen en el concepto japonés Mono No Aware, traducible como a una particular sensibilidad a la belleza efímera de las cosas. En estas imágenes el círculo perfecto se ha trazado. Todo renace. Y todo el ciclo de la naturaleza se despliega exuberante en toda la sala blanca de la galeria RO como una caja de cristal. En la cúspide de este ciclo vital emerge el Árbol Dorado, custodiado por mantras, este símbolo da ingreso al Templo de Ise, El Bosque Sagrado. Introspectivos como en un jardín zen o ante el sonido perfecto de un haiku, permanecemos contemplando estos paisajes en un estado de serenidad, en ese instante el arte posee la intensidad sacra de la vida.Fabiana Barreda
Curadora de la exposición
Desde nuestros comienzos en el 2002 nos hemos establecido como una galería de arte con una línea netamente figurativa, presentando más de 40 exposiciones de artistas consagrados, de generación intermedia y jóvenes. En esta oportunidad presentamos una exposición disímil que reúne a trece artistas que trabajan dentro de la geometría.
La aparición en 1944 del único ejemplar editado de la Revista Arturo, marcó no solo el comienzo de las primeras manifestaciones de un arte abstracto en nuestro país sino que además fue el comienzo de un movimiento cultural que definió la historia de las artes plásticas en la década del cuarenta cuya impronta perdura hasta hoy.
Esta exposición, en la que participan grandes maestros del movimiento geométrico histórico como Juan Melé, Victor Magariños, Eduardo Mac Entyre, Luis Tomasello, Ary Brizzi, Eduardo Jonquieres y María Juana Heras Velazco, entre otros, tiene la intención de hacer una aproximación a aquel momento histórico del país, a aquella estética de los años 40 donde las artes plásticas realizan por primera vez un profundo quiebre con su pasado inmediato.
De la misma manera, fueron convocados artistas prestigiosos de generación intermedia como Dalmiro Sirabo, Raúl Mazzoni, Gabriel Messil, Miguel Angel Giovanetti, Jorge Pereira y Cesar López Osornio cuyas obras dialogan y proponen otros puntos de vista y relatos.
Agradecimientos: César López Osornio y Rubén Betbeder
Con el auspicio de Babel Consultoría de Arte