jueves, 14 de abril de 2011

Texto de Catálogo: Sany Pereyra Iraola

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Secreto de Tramas



Al observar una partitura de Mozart llama la atención el manuscrito fluido, exacto, limpio. Nos dicen, los biógrafos o el mito, que el compositor escribía así los originales de su música, sin enmiendas ni tachaduras. Cada nota arrojada sobre el pentagrama con la más certera convicción de que ocuparía el perfecto lugar en la obra.


La explicación subsiguiente apela a la idea de que toda su música sonaba ya en su “cabeza” y que simplemente transcribía aquello que “escuchaba”. Si sabemos que el sonido es una onda vibratoria producida por un movimiento mecánico y que se propaga a través del aire podemos entender que al terminar la impecable escritura, la música, inexistente aún como hecho físico, había existido sólo como idea en su mente. En el siglo XX, Sol Lewitt hablará de “concepto”.


Sany Pereyra Iraola trabaja sobre una idea que luego nos hará llegar como huella, en un proceso de materialización, en un esfuerzo de hacer perceptible, comunicable, una captación intelectual del mundo. Lo que finalmente el espectador encuentra no es el objeto-obra en sí, sino una serie de nodos o señales que remiten a la demarcación de un camino, un espacio. Indicios que nos permiten desandar el camino para llegar a la fuente.


Sany diseña los Tejolinks, módulos que compondrán un todo mutable, con posibilidad de crecer orgánicamente al multiplicarse. Cada uno de ellos, una vez diseñado para existir visualmente, puede reproducirse o cambiar de escala y color.


Al nombrarlos pareciera estar indicando algo más para que podamos acercarnos a comprender en profundidad. Un tejo es una pieza circular utilizada para distintos juegos. Link significa conexión.


Cada Tejolink sería entonces un punto de conexión que invita al juego, a poner en juego.


Al llamar nuestra atención sobre su propio diseño -que combina, formas a la vez construidas con curvas y otros círculos, pintadas con dos o tres colores planos-, cada punto se carga de una energía pero es imposible que se resuelva en sí mismo porque inmediatamente hay otro punto que impone su presencia. Reforzado por la igualdad de diseño se genera un puente, una conexión entre ellos, y así, sucesivamente con el resto.


La conexión se vuelve red y sin que estemos prevenidos, involucra un aspecto estructural inmaterial que termina siendo esencial al origen de todo el proceso. Esta red invisible que sostiene a los Tejolinks relacionándolos como notas musicales, se comienza a percibir como la trama de una partitura donde cada módulo define coordenadas. Así la alineación horizontal planteará línea melódica y la superposición vertical, acorde o cluster. Esto transforma en parte de la obra cualquier espacio donde ésta se monte: pared, piso, techo. Toda arquitectura o sitio, cualquiera sea su tamaño, quedarán conectados en estos intercambios de energía.


El permiso de juego invita al espectador -que ahora es partícipe como garante de la conexión- a leer estos pentagramas y a sostener la partitura como concepto: La idea de una música en la mente.


En la experiencia nos abrimos, expandimos nuestra conexión con el mundo hacia afuera con la posibilidad de atisbar un infinito.


Luis Espinosa

Texto de Catálogo: Jeannette von Gerstenberg

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Tramas de Secreto


Un telar de cintura, el cuerpo de una mujer sosteniendo la urdimbre, cantándole a la misma divinidad que atiende sus partos sobre el mismo suelo en que ahora ve nacer el tejido. En la destreza de sus manos ancestrales se despliega el secreto de toda la humanidad cantándole a la vida. Cada fibra, teñida con el caldo caliente de una corteza, de una raíz o un tallo, con la tinta del insecto o el mineral extraído de la piedra. Cada fibra retorcida con las yemas, devanada sobre el eje de la misma existencia. La tela resultante, abriga a través de los siglos, rastros de todo ritual de los seres humanos destinado a seguir tejiendo comunidades.


Jeannette von Gerstenberg, viajera, toma testimonio del trabajo textil de distintos pueblos originarios de nuestro continente y comienza su ritual transformador sobre esas mismas telas que portan el secreto en su trama. Pero no se trata aquí de revelar secretos. Lo que va a permanecer oculto es indescifrable. La acción de la artista sólo buscará intuir y nos pondrá delante de esa magnífica experiencia de purificación que ofrece todo ritual.


Jeannette se desprende de una figuración de horizontes para ser absorbida por completo por la porosidad de una tierra que lejos de mostrarse oscura se revela en la vitalidad del color y en la atracción de la fuerza de gravedad. Donde hubo una nube queda la huella vertical de una lluvia fecunda donde cada gota ha penetrado la profundidad.


El ritual se estructura en dos fases. La primera podría llamarse “presentación” y es la que trabaja con el primer registro del encuentro con la sabiduría textil indígena. No es la tela en sí, sino la fotografía de la tela que es tratada a su vez como material textil. Las hebras de papel se disponen verticales, yuxtapuestas. Los grados de luminosidad y color se van ordenando en función de una composición horizontal. Y es justamente ésta, la solución plástica que re-presenta la esencia del tejido original. El ojo se encarga de reproducir, en vertical y horizontal, el tejido que ya no aparece como artesanía en el mercado sino que transforma al mismo espectador en telar vivo.


La segunda fase sería la “transmutación”. Está signada por la traducción pictórica de lo que la textura de papel ofrecía. Es el óleo -sus pigmentos minerales- el que dispone aquí trazados de color, su vibración. En ocasiones ordenando expresivas líneas verticales que se deshacen y reaparecen; en otras la trama se manifiesta en la visibilidad de los puntos que la componen.


Este cambio de naturaleza no sólo se produce en la obra; todo ritual implica un cambio profundo en sus participantes.


Ya dentro del espectador -que ahora es partícipe como telar vivo- el tejido regresa a la tierra de donde había salido llevándonos a ser tierra en el sentido más profundo de comunión humana con la naturaleza.


Algo se concentra en estas obras y en nosotros cuando las percibimos, una dimensión de conexión hacia adentro, hacia el nudo más apretado de nuestra
esencia.


Luis Espinosa