jueves, 15 de mayo de 2008

Flotación por Luis Espinosa para Blackwater

Flotación
Todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical hacia arriba igual al peso del volumen del fluido desalojado.
¿Cuáles son las condiciones para la flotación de un cuerpo? Una cierta intuición desata el instinto de supervivencia y los músculos responden. Sorpresivamente parecen saber qué hacer. Cargar los pulmones de aire y batir el fluido para acrecentar la ventaja del empuje hacia arriba.
Nadar.
No parece mantener el mismo sentido si el fluido en cuestión es el petróleo. Y ya no preocupan tanto las leyes que lo harían vehículo del nado como la constatación de que es el líquido que nos rodea, la moneda corriente con que se mueve el mundo.
Energía: quien la posee detenta el poder.
Aníbal Garfunkel nos enfrenta a sus imágenes empetroladas, un denso caldo negro del que emergen algunas figuras solitarias moviéndose para abrirse paso hacia la superficie. El grumo viscoso del fluido no parece complacer las leyes de la física y dudamos ¿de? que llegue a producir su empuje. Nos apiadamos del nadador. Muy cercana y dócil sería la reflexión sobre las características de denuncia ecológica, donde no son ya los pingüinos, los que sufren la adherencia del hidrocarburo derramado. Sino que nos ha llegado a las orillas más cercanas y nos bañamos en él.
El gesto de un bañista o de otro, su brazada potente, la estela que deja al avanzar, la cabeza erguida en plena bocanada, su aire deportivo, nos sugiere que el que está allí, está preocupado por otra cosa. Hay una meta más allá de la meta, un lugar a donde ir, otra orilla.
Todo el medio es hostil y se contrapone a esa vitalidad que sobrevive por arriba de la línea del ahogo.
Impronta esencial que lo define: efímera eternidad, esfuerzo inútil.
Hombre que nada en su propio fango, flotando con vigor sobre su propia nada.
¿Qué es lo que hace que persista en su esfuerzo? ¿Qué teorema misterioso lo mantiene a flote? ¿Qué intuición?
Quien posea la energía detentará el poder.
Trágico canto de esperanza.
Oxímoron.

Luis Espinosa
abril 2008

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