sábado, 10 de mayo de 2008

Blackwater por Luis Felipe Noé

No me resulta fácil hablar sobre la obra reciente de Aníbal Garfunkel, pero no por ser de difícil acceso, sino, por el contrario, porque ella lo dice todo de manera categórica y sin posibles malos entendidos y segundas lecturas: Estamos empetrolados, o sea, zambullidos contra nuestra voluntad en un mar negro y muy espeso. En un mundo que ha hecho del petróleo una necesidad indispensable, cuando, en cambio, perturba el sistema ecológico, el paisaje, el aire que respiramos, la salud, la economía mundial y los usos políticos. O sea, nos está matando. No es una metáfora. Es una realidad.
Garfunkel, artista de la imagen, la percibió como quien saca una fotografía, no ya de la realidad obvia sino de esa realidad que se habla cuando se habla de economía y política. Lo dice tan claramente con la imagen, que las palabras sobran.
Si bien su obra no tiene la presencia del diseño gráfico –es por el contrario sensorialmente pictórica- tiene, si, la contundencia y la eficacia de las imágenes que desde las paredes nos gritan, tratando en lenguaje mudo de convencernos de algo. Cabezas humanas envueltas en la materia negra.

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