jueves, 14 de abril de 2011

Texto de Catálogo: Jeannette von Gerstenberg

Tramas de Secreto


Un telar de cintura, el cuerpo de una mujer sosteniendo la urdimbre, cantándole a la misma divinidad que atiende sus partos sobre el mismo suelo en que ahora ve nacer el tejido. En la destreza de sus manos ancestrales se despliega el secreto de toda la humanidad cantándole a la vida. Cada fibra, teñida con el caldo caliente de una corteza, de una raíz o un tallo, con la tinta del insecto o el mineral extraído de la piedra. Cada fibra retorcida con las yemas, devanada sobre el eje de la misma existencia. La tela resultante, abriga a través de los siglos, rastros de todo ritual de los seres humanos destinado a seguir tejiendo comunidades.


Jeannette von Gerstenberg, viajera, toma testimonio del trabajo textil de distintos pueblos originarios de nuestro continente y comienza su ritual transformador sobre esas mismas telas que portan el secreto en su trama. Pero no se trata aquí de revelar secretos. Lo que va a permanecer oculto es indescifrable. La acción de la artista sólo buscará intuir y nos pondrá delante de esa magnífica experiencia de purificación que ofrece todo ritual.


Jeannette se desprende de una figuración de horizontes para ser absorbida por completo por la porosidad de una tierra que lejos de mostrarse oscura se revela en la vitalidad del color y en la atracción de la fuerza de gravedad. Donde hubo una nube queda la huella vertical de una lluvia fecunda donde cada gota ha penetrado la profundidad.


El ritual se estructura en dos fases. La primera podría llamarse “presentación” y es la que trabaja con el primer registro del encuentro con la sabiduría textil indígena. No es la tela en sí, sino la fotografía de la tela que es tratada a su vez como material textil. Las hebras de papel se disponen verticales, yuxtapuestas. Los grados de luminosidad y color se van ordenando en función de una composición horizontal. Y es justamente ésta, la solución plástica que re-presenta la esencia del tejido original. El ojo se encarga de reproducir, en vertical y horizontal, el tejido que ya no aparece como artesanía en el mercado sino que transforma al mismo espectador en telar vivo.


La segunda fase sería la “transmutación”. Está signada por la traducción pictórica de lo que la textura de papel ofrecía. Es el óleo -sus pigmentos minerales- el que dispone aquí trazados de color, su vibración. En ocasiones ordenando expresivas líneas verticales que se deshacen y reaparecen; en otras la trama se manifiesta en la visibilidad de los puntos que la componen.


Este cambio de naturaleza no sólo se produce en la obra; todo ritual implica un cambio profundo en sus participantes.


Ya dentro del espectador -que ahora es partícipe como telar vivo- el tejido regresa a la tierra de donde había salido llevándonos a ser tierra en el sentido más profundo de comunión humana con la naturaleza.


Algo se concentra en estas obras y en nosotros cuando las percibimos, una dimensión de conexión hacia adentro, hacia el nudo más apretado de nuestra
esencia.


Luis Espinosa

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