
En sus obras evita la tradicional vista a vuelo de pájaro, abarcadora y omnipresente, y prefiere una mirada que construye de abajo hacia arriba, para llevar a espectador a un pequeño espacio de recogimiento. De esta forma, la naturaleza se despliega, se multiplica y se espesa en nuestros ojos.
Marina trabaja con el amor a la cocina del arte, moliendo los pigmentos y fabricando sus propias carbonillas con madera de sauce. Es una pintora de oficio, celosa de las técnicas y de manufactura delicada y sutil.
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