martes, 3 de agosto de 2010

Carlos Trilnick en el Espacio de Arte AMIA

Todos somos iguales bajo la piel
En fina sintonía con la propuesta de la XVI Edición del Festival de la Luz, Carlos Trilnick, presenta en el Espacio de Arte AMIA el estreno de la videoinstalación “Todos somos iguales bajo la piel”. Es que los “Encuentros Abiertos” de este Festival tienen como eje temático a las migraciones, un tema medular en el mundo contemporáneo y fundacional en el caso de nuestro país. Migrar, irse de un lado a otro, implica siempre una acción desgarradora, contenida sólo por la necesidad de hacerlo y la esperanza de un futuro mejor. En este sentido, la obra de Trilnick plantea en forma lineal una consigna precisa, que no da lugar a equívocos: “Todos somos iguales bajo la piel”. Es que a veces la poesía necesita una dosis de contundencia no tamizada por la sutileza. Las imágenes de esta videoinstalación corresponden a un viaje que realizó a Ushuaia para participar en la Bienal del Fin del Mundo, quizás nuestros abuelos cuando llegaron a la Argentina se hayan sentido así, en el fin del mundo.
Porque, como dijo en 1965 el escritor Carlos Grünberg, estamos inmersos en un mundo poco inteligente y poco tierno, proclive a confundir lo diverso con lo adverso, lo opuesto con lo contrapuesto, lo extraño con lo extravagante, lo otro con lo hostil y con lo aborrecible. Las migraciones en la actualidad son la excusa que algunos encuentran para exteriorizar la discriminación, la intolerancia y la xenofobia. Es por eso que frente al mínimo intento de cualquiera que intente convencernos de que la diversidad atenta contra la identidad y que existen culturas que son incompatibles deberíamos tener a mano, a modo de antídoto, esta obra de Trilnick. Nieto de inmigrantes, los Trilnick desembarcaron en Buenos Aires a fines del siglo XIX y su primer destino fue la colonia agrícola Moisés Ville en la provincia de Santa Fe. Carlos permanentemente refiere a esa experiencia y sobretodo a lo enriquecedor que puede ser un encuentro entre culturas. Y no se trata del mestizaje ni tampoco de la creencia milagrosa del “crisol de razas”: es la posibilidad de compartir lo propio con el otro y construir espacios comunes donde la pertenencia hacia un nuevo lugar no implique la renuncia a las raíces que lo constituyen. En síntesis: unidad en la diversidad, respeto, valoración de las diferencias, y construcción de culturas integradoras. Pero no solamente esta temática tiene la fuerza de la actualidad de la sociedad contemporánea, sino que también podría ser entendida como un guiño para los artistas, en su condición permanente de migrantes. Con elementos simples Carlos Trilnick logra una belleza clara y transparente como el agua, sólo enturbiada cuando
alguien cree que no somos todos iguales bajo la piel.


ELIO KAPSZUK
Director
Espacio de Arte AMIA

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